Una buena alimentación, tanto del padre como de la madre, aumenta las posibilidades de concebir, favorece el buen desarrollo del embarazo y pronostica un feliz término.
Cuando una pareja decide tener un hijo debe plantearse si sus hábitos de vida son saludables o estos deben ser modificados; sin embargo y sin duda alguna, es la madre la que debe prestar especial cuidado a su alimentación, pues será ella quien albergará este nuevo ser por los próximos nueve meses, por lo tanto no debe esperar el momento del embarazo para alimentarse de forma adecuada.
Tomando esto en consideración, en la actualidad se recomienda que toda mujer en edad reproductiva consuma, además de una buena alimentación, 400 mcg/día de ácido fólico, desde tres meses antes de concebir embarazo.
El ácido fólico, que es una vitamina B, se utiliza para disminuir la posibilidad de defectos neurológicos en el recién nacido y otras malformaciones (Ej.: Espina bifida).
Una vez concebido este embarazo, el aumento de peso promedio debe estar alrededor de los 11 Kg, de los cuales el feto contribuye en aproximadamente 3500 gr, la placenta, el líquido amniótico y el volumen sanguíneo añaden 1200 y 1800 gr, el crecimiento mamario contribuye con 400 gr y otros 1640 gr representan tejido adiposo materno.
Para llegar a este aumento de peso de forma adecuada, se considera suficiente incrementar las necesidades energéticas de una mujer embarazada, sana y bien nutrida, en 200 a 300 Kcal/día durante el segundo y tercer trimestre, para un total de 2000 Kcal.
Los consejos actuales sobre el equilibrio dietético en una mujer embarazada proponen consumir, a partir del segundo trimestre, de 10 a 12 gr. de proteínas adicionales; estas deben ser proteínas de alto valor biológico, como son: las carnes de res, aves, pescado, huevos, granos, nueces.
Sobre los hidratos de carbono o carbohidratos no se han establecido recomendaciones especiales; se estima que estos deben proporcionar alrededor del 50 % del aporte energético total. Es de especificar que este porcentaje podrá ser modificado por el médico tratante, según las consideraciones del mismo y las posibilidades de que la paciente presente hipertensión inducida y/o diabetes gestacional.
Los carbohidratos se encuentran en las papas, apio, banana y cereales. La cantidad de grasas en la dieta será aproximadamente el 30% de las calorías consumidas. No solo es importante la cantidad sino la calidad de la grasa que se ingiere, por eso es recomendable que las grasas que consumas no sean de origen animal, sino vegetal (ej. Aceite de oliva).
Existe también durante el embarazo la necesidad de ciertos ácidos grasos, que son importantes para la formación del sistema nervioso y la retina del feto. Para garantizar estos importantes procesos, se sugiere la ingesta frecuente de pescado.
Los requerimientos de las vitaminas también aumentan durante la gestación, estas juegan un papel trascendental en el metabolismo; Las vitaminas y minerales fundamentales que necesitas incluyen ácido fólico, zinc, yodo, vitamina A, vitamina D y calcio. También, aumentan las necesidades de hierro a un total de 30 mg/día. Si sientes que estos suplementos que te indica tu médico te caen muy pesados, trata de ingerirlos con las comidas, no con el estómago vacío.
Durante la lactancia, las necesidades no son substancialmente diferentes de las de las mujeres embarazadas, pero es aconsejable mantener durante 2 a 3 meses después del parto una alimentación adecuada para reponer las reservas que pueden haber sido disminuidas durante el embarazo.
Recuerda: es muy importante que cuides tu alimentación durante el embarazo, aunque esto no implica comer por dos, ya que el sobrepeso en el embarazo te puede traer complicaciones en los ultimos meses de tu embarazo y en el parto. Evita comer alimentos muy salados, los productos de panadería, el alcohol, el café y las gaseosas.
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